La mirada empañada en salinas vacías de fulgor,

Un pucho encendido que deviene la angustia en cenizas

Una rubia transpirada en la mano que refresca el dolor.

Y mi propia existencia que supera la utopía ya sin prisa…

Paladar áspero hoy sostén inmaculado de una vida de dolores,

Mi corazón estaba gimiendo Y no hubo quien siquiera lo notó…

depresion

 

 

Jorge Adrián Hernández – 29 de julio 2015