Maestro Horacio sabes…Estoy muy triste siempre quise pedirte permiso para robarte tu poesía, la magia de tu pluma con la que siempre quise recitarle a una mujer… En realidad a esa mujer, te cuento así de compinche nomás Dandy, es un pimpollo sabes ¡tan lindo como esa rosa que siempre llevabas en el bolsillo derecho de tu traje! Pero mirá que eras coqueto! Cerraba los ojos me imaginaba a ella con su sonrisa plena y yo diciéndole:
Salgamos a volar, querida mía;
subite a mi ilusión super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
¡con una golondrina en el motor!
De Vieytes nos aplauden: «¡Viva! ¡Viva!»,
los locos que inventaron el Amor;
y un ángel y un soldado y una niña
nos dan un valsecito bailador.
Nos sale a saludar la gente linda…
Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!:
provoco campanarios con la risa,
y al fin, te miro, y canto a media voz:
Quereme así piantaó, piantaó, piantaó…
Te reís Dandy, ¿En una burla o un guiño cómplice como el de tus maniquíes?
¡Maestro que tristeza! Me saco el melón de la cabeza para despedirme, Tu pluma era tan poderosa que te llevaste la primera luna de verano rodando por Callao, Sabes anoche en tu Buenos Aires, el cielo lloró. Al principio creí de tristeza, pero sabes que Dandy…Eran lágrimas de emoción, de alegría. ¡Mirá lo imaginé así!, ya lo sé maestro mi pluma no describe como la tuya, pero esa magia que tu poesía nos permitía imaginar a las luces celestes de los semáforos o a las naranjas del frutero tirando azahares, ¡pero, mirá que estabas loco!. Yo a esa magia te la reemplazo con amor. Te la bancas Dandy. Te sigo contando. Esas lágrimas de tu luna rodando por callao eran de alegría, imaginaba te decía al cielo totalmente iluminado con dos columnas de guirnaldas y flores, muchas flores blancas sabes… Y en una de las columnas a La Negra Sosa, Al Flaco, a El Carpo, a Zitarrosa, a Ceratti recién llegado y del otro lado me lo imagino con su barba cada vez más larga Jorgito Cafrune, a Facundo Cabral, a Eladia, a Violeta Parra y tantos más que inundaron este mundo de poesía todos ellos aplaudiéndote dándote la bienvenida y de Fondo tres bandoneones recibiéndote. Tu eterno compañero Astor, El Gordo con su papada bamboleante al son de un acorde, y luciendo como siempre a su bandoneón blanco y su vozarrón: Rubén Juárez. Pero ahora que lo pienso ¡Mirá que te la vas a perder!, Se está poniendo linda la noche allá arriba.
Solo tu pluma puede convertir a un chiquilín que vendía rosas en el bar de Bachín en protagonista. “Chiquilín, dame un ramo de voz, así salgo a vender mis vergüenzas en flor. Baleáme con tres rosas que duelan a cuenta del hambre que no te entendí, Chiquilín.” Maestro te envidio, envidio tu pluma. Pero maestro con mucha tristeza y así de compinche nomas, te digo ya nos vamos a encontrar y quizás te cuente con mi máxima sonrisa, de compinche nomas, que te robé tu poesía y que ese pimpollo que te conté se convirtió en una flor de historia…de amor.
Hasta siempre Loco, Loco, locoooooo….
La imágen es de Daniel Diebold-
Jorge Adrián Hernández – 21 de Diciembre 2014